Todos llenamos carillas de hojas y gastamos bites (que generan emisiones GEI) hablando de que hay que medir el impacto, pero muy poco se dice del “como”: métricas e indicadores.
La medición del impacto es una de las herramientas mas importantes actualmente. Vemos como nuestras decisiones y acciones se plasman en hechos concretos. Es decir, evaluamos sistémica y cuantitativamente como un proyecto, programa o simplemente una acción afecta al entorno donde se desarrolla.
Utilizamos métricas particulares y datos fieles permitiéndonos medir el valor y el alcance de lo realizado.
Pero, para llegar al resultado, debemos utilizar indicadores y realizar comparaciones, lo que nos permitirá tomar decisiones informadas y alcanzar nuestros objetivos. Pudiendo comparar el efecto de diferentes estrategias o proyectos para determinar cuál ha tenido un impacto más significativo.
Dado que la medición de impacto cada vez toma más fuerza, hay una gran variedad de metodologías para su evaluación de las cuales las organizaciones pueden hacer uso para implementar en su proyecto y determinar su eficacia y su eficiencia. A su vez, esto trae consigo un problema y es que no existe un consenso acerca de un método definitivo para evaluar el impacto de los proyectos, dificultando así una validación uniforme de comparar el impacto de un proyecto respecto a otro, siendo probable que se utilicen métodos diferentes, con los consecuentes diferentes resultados.
Al inicio puede parecer complicado agregar la medición de impacto a un proyecto, esta herramienta les permite a las organizaciones identificar cuáles serán los efectos positivos de su proyecto analizando los actores involucrados y la medición de sus resultados a través de indicadores que se generan durante la ejecución de los proyectos.
No olvides evaluar el impacto positivo de tus proyectos, de tu cadena de valor, intentando considerar siempre a tus clientes y proveedores en el proceso.
